Romance de la Luna de Miel
Un día, a Isabel, yendo al cementerio, se le ocurrió la letra de este romance, y también la musiquilla que le acompañaba. Y como una niña arrobada en su hallazgo, hizo ramillete de llamadas móviles a los amigos, para cantarles a pelo la ocurrencia, diciendo: «Mira lo que me ha venido, verás, verás…», y sin más sonaba por el dispositivo su vocecilla, entremezclada con el alboroto del aire del campo y algún garabato de onda telefónica. Y ya otro día le grabé el romance un poco al vuelo, entre otras cosas que recitaba a pesar de andar algo decaída, por el mundo que está del revés y otros pesares. Y finalmente, al cabo de los meses, he cogido aquella grabación y la he acompañado de algunos sonidos, para ver si podía sonar de otra manera, y éste es el resultado. Decir además que la letra contiene un juego novedoso del enfoque del cuento de Alma y Amado, visto desde el punto de vista de Alma, que se aprovecha de que el otro no tiene nombre ni cara, una variante de canción a lo popular sobre un mito que se resiste a verse desde ese lado, ése en que a la mujer no le parece una ofensa el desconocimiento, sino una multiplicidad y renovación del goce.
Con viejos amores
mi amor soñaba,
y así me decía
mientras me abrazaba:
«¡Qué hermosa que eres,
mi linda María!»,
y así cada noche
mi nombre confundía.
Y de mañanita
muy más me abrazaba:
«¡Ay, mi Inés querida,
mi prenda adorada!»
Pasaron los días,
pasaron las noches,
pasaron los años
y no mengua el goce.
Ya no sé quién soy
si María o Isabel,
si Rosa o si Elena,
o Inesilla Inés.
De tántas que soy
tántos se hizo él,
que sigue en lo alto
la luna de miel…
que llena en lo alto sigue
la luna de miel.
Letra y música: Isabel Escudero. Arreglos: Javi Sanmartín